Al final de la última edad de hielo global, la Tierra alcanzó un límite intrínseco del cambio climático y se derritió hasta convertirse en un planeta fangoso. Según un estudio dirigido por Virginia Tech, se encontró evidencia geoquímica directa de este evento, donde altos niveles de dióxido de carbono provocaron un rápido derretimiento de la Tierra congelada.
La última edad de hielo global ocurrió hace aproximadamente 635 a 650 millones de años, con temperaturas globales en descenso y casquetes polares desplazándose. Esto resultó en un océano congelado debido a niveles extremadamente bajos de dióxido de carbono, lo que detuvo el ciclo del agua y provocó una acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera.
Con la falta de meteorización química y erosión, el calor se acumuló y el clima de la Tierra cambió drásticamente en un corto período de tiempo. Las temperaturas medias globales oscilaron entre -50 y 120 grados Fahrenheit en solo 10 millones de años, con vastos ríos de agua glacial fluyendo hacia el mar.
Los investigadores analizaron rocas carbonatadas para comprender mejor este período, observando la firma geoquímica de isótopos de litio para distinguir entre agua dulce y agua salada. Estos hallazgos proporcionan información valiosa sobre los límites del cambio ambiental y la resiliencia de la vida en condiciones extremas.
En resumen, el estudio destaca cómo la Tierra experimentó un cambio climático extremo al final de la última edad de hielo global, lo que tuvo consecuencias significativas en el clima, la química de los océanos y la vida en el planeta. Este período de fusión masiva revela la importancia de comprender los límites del cambio climático y la adaptabilidad de la vida en condiciones extremas.