La muerte de Luis Martín-Santos en un accidente de coche truncó una prometedora carrera literaria, y el impacto mediático desvirtuó otras facetas relevantes de su vida, como opositor antifranquista y como psiquiatra. Con motivo del centenario de su nacimiento, el 11 de noviembre de 1924, se traza aquí un retrato caricaturesco, que contiene una reivindicación poliédrica de su figura.
En la España de la posguerra, la cultura floreció a pesar de las dificultades del momento. Luis Martín-Santos irrumpió con su novela «Tiempo de silencio» en los años 60, introduciendo experimentación estructural y de lenguaje en la narrativa española. A pesar de su éxito literario, su vida y obra han sido reducidas a esta novela, dejando de lado otros aspectos importantes.
Martín-Santos provenía de una familia de origen castellano y tenía una relación complicada con su padre, un cirujano militar que se ganó el rango de general durante la guerra. A pesar de seguir la carrera médica, Luis decidió especializarse en psiquiatría, influenciado por la enfermedad de su madre y su experiencia con el psiquiatra López Ibor, conocido por aplicar métodos controvertidos.
Su faceta como opositor al régimen franquista también marcó su vida, siendo vigilado constantemente por las autoridades. A pesar de su compromiso político, Luis mantuvo una actitud desafiante y sarcástica frente a la represión, llegando a psicoanalizar a sus torturadores durante interrogatorios.
Tras sufrir la pérdida de su esposa en un trágico accidente doméstico, Martín-Santos falleció en un accidente de coche, dejando un legado literario y político importante. A pesar de su corta vida, su influencia en la literatura española y su postura crítica ante el régimen franquista lo convierten en una figura relevante que merece ser recordada en su centenario.