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En España, cada año nacen alrededor de 20.000 bebés prematuros, y muchos de ellos, especialmente los nacidos muy prematuramente, pueden presentar secuelas a largo plazo. La prematuridad es un factor de riesgo para el desarrollo de discapacidades, ya sea al momento del nacimiento o en el futuro en forma de trastornos del desarrollo como TDAH, TEL o autismo. De hecho, entre un 5 y un 15% de los bebés nacidos extremadamente prematuros pueden presentar secuelas motoras, cognitivas, sensoriales o conductuales.

La Fundación NeNe, dedicada a la investigación y divulgación de problemas neurológicos en recién nacidos, destaca la importancia de invertir en recursos adecuados para reducir las tasas de discapacidad en estos niños. Es fundamental promover la investigación en pediatría para comprender a fondo las alteraciones del desarrollo cerebral que pueden llevar a estas secuelas y así prevenirlas o tratarlas de manera efectiva.

A pesar de que la parálisis cerebral ha disminuido en prevalencia gracias a los avances en neonatología, aún persisten otros trastornos del desarrollo en bebés prematuros. Por ejemplo, es común que estos bebés enfrenten dificultades en el aprendizaje debido a diferencias en la velocidad de procesamiento, razonamiento abstracto y atención. Aunque no todos los bebés prematuros desarrollarán discapacidades, tienen un mayor riesgo, lo que representa un desafío para su evolución.

La discapacidad en bebés prematuros puede estar asociada a lesiones cerebrales y al desarrollo del cerebro. Las lesiones suelen ser resultado de sangrados o falta de oxígeno, lo que puede generar daños permanentes. Es importante considerar que la maduración del cerebro de los bebés prematuros no se vea afectada por su desarrollo fuera del útero, y se están implementando cuidados mínimos para favorecer su desarrollo cerebral.

Además, la atención posterior al alta hospitalaria es crucial para minimizar la discapacidad en estos niños. La transición a casa debe planificarse de manera estructurada e individualizada, considerando los riesgos específicos de cada bebé prematuro. Es fundamental contar con un equipo multidisciplinar especializado que brinde el apoyo necesario en áreas como nutrición, respiración y otras especialidades.

La atención temprana y la formación especializada en colegios son aspectos clave para apoyar el desarrollo de los bebés prematuros y minimizar el riesgo de discapacidad. Es necesario que los recursos sanitarios, educativos y sociales estén disponibles para todos los niños prematuros, independientemente de su nivel socioeconómico, para garantizar una evolución favorable.

En resumen, el cuidado integral y especializado desde el nacimiento hasta la etapa escolar es fundamental para minimizar la discapacidad en bebés prematuros. La inversión en investigación, la atención temprana y el acceso equitativo a recursos son factores clave para promover la salud y el bienestar de estos niños en su desarrollo.