news-13092024-025458

Richard Ramírez, conocido como el «Night Stalker», es uno de los asesinos en serie más infames de la historia de Estados Unidos. Su ola de crímenes aterrorizó a California y al mundo entero en 1985, dejando una estela de horror y muerte a su paso. Nacido el 29 de febrero de 1960 en Texas, Ramírez creció en un hogar marcado por la violencia, con un padre que solía golpearlo de manera brutal. A pesar de su apariencia de chico tímido y sonriente, detrás de su rostro angelical se escondía un verdadero monstruo.

El ambiente de violencia en el que creció Ramírez, sumado a la influencia de su primo veterano de la Guerra de Vietnam, quien lo introdujo en el mundo de la insensibilidad y la crueldad, contribuyeron a moldear su personalidad y sus hábitos asesinos. Su primo le enseñó tácticas para matar con cautela y sin dejar rastro, así como a realizar incursiones nocturnas en casas ajenas. Desde temprana edad, Richard mostró signos de delincuencia y violencia, consumiendo drogas y mostrando un interés morboso por el satanismo.

A medida que pasaba el tiempo, Ramírez escaló en sus crímenes, pasando de pequeños robos a intentos de violación y finalmente, asesinatos. Su modus operandi era variado, utilizando armas como pistolas, cuchillos, machetes y martillos para aterrorizar a sus víctimas y obligarlas a someterse a sus deseos más oscuros. Sin una firma distintiva, sus víctimas abarcaban hombres, mujeres y niños de diferentes edades, razas y estratos sociales, sembrando el caos y el miedo en la población.

En su juicio de 1989, Ramírez fue condenado por 13 asesinatos, 5 intentos de asesinato, 11 agresiones sexuales y 14 robos. Durante el proceso, se revelaron detalles escalofriantes de sus crímenes, incluyendo la práctica de dibujar símbolos satánicos en las escenas del crimen y robar pertenencias para desviar la atención de las autoridades. Su falta de remordimiento y su orgullo por sus actos quedaron patentes en su comportamiento durante el juicio, donde incluso mostró un pentagrama en su mano como señal de su adoración por el mal.

A pesar de su brutalidad y crueldad, Richard Ramírez contaba con una legión de seguidores que lo idolatraban y lo convertían en objeto de culto. A través de cartas de amor y muestras de apoyo, Ramírez se convirtió en una figura controvertida que generaba tanto repulsión como admiración en la sociedad. Su aura de misterio y oscuridad lo rodeaba, convirtiéndolo en un personaje enigmático y aterrador para muchos.

La caza de Richard Ramírez, conocido como el «Acosador Nocturno», fue una tarea ardua para las autoridades, que se vieron desafiadas por la falta de un patrón claro en sus crímenes. Sin embargo, gracias al trabajo incansable de detectives como Gil Carrillo y Frank Salerno, Ramírez fue finalmente capturado y llevado ante la justicia. Una docuserie en Netflix titulada “Night Stalker: Searching for a serial killer”, explora en detalle la persecución y captura del infame asesino, revelando los entresijos de la investigación y el proceso judicial.

Los crímenes de Richard Ramírez comenzaron en 1984, con el asesinato de una viuda de 79 años llamada Jennie Vincow en junio de ese año. A lo largo de los meses siguientes, Ramírez perpetró una serie de asesinatos, violaciones y robos, sembrando el terror en la población. Su brutalidad y falta de escrúpulos lo convirtieron en uno de los criminales más temidos de la época, generando un frenesí mediático a su alrededor.

A pesar de su condena a muerte en la cámara de gas, Ramírez mantuvo una relación en la cárcel con Doreen Lioy, quien lo visitaba con regularidad y finalmente se casó con él en 1996. Aunque Lioy afirmaba que Ramírez era amable, divertido y encantador, la relación terminó en 2009, dejando al asesino en serie solo y sin apoyo en sus últimos días.

Richard Ramírez falleció el 7 de junio de 2013, a la edad de 53 años, a causa de complicaciones derivadas de un linfoma. Su cuerpo, que no fue reclamado por nadie, fue depositado en una fosa común del estado, poniendo fin a la vida de uno de los asesinos en serie más sanguinarios y perturbadores de la historia de Estados Unidos. Su legado de horror y violencia perdura hasta el día de hoy, recordándonos la capacidad del ser humano para cometer actos de crueldad inimaginables.