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Alberto Núñez Feijóo no ha faltado a la cita anual con la trasposición en Galicia del Foro de Davos, un evento organizado en una isla de O Grove (Pontevedra) por el grupo Hotusa con el nombre de Foro La Toja. El líder del PP ha enhebrado, en un discurso en torno a la vigencia de los valores democráticos, ideas sobre política internacional, la polarización en Europa, el acceso de los jóvenes a la vivienda y los gobernantes que “quieren controlar todos los contrapesos del poder” porque tienen “miedo a los ciudadanos libres”, en una alusión a medio camino entre Pedro Sánchez y Nicolás Maduro. En su discurso, ha hecho un paralelismo entre la situación actual y la Guerra Fría y se ha comparado a sí mismo con el expresidente de Estados Unidos John F. Kennedy y el “Ich bin ein Berliner” -Yo soy berlinés- que pronunció en 1963 en la parte occidental de Berlín. Ante el dirigente opositor venezolano Edmundo González -al que se refirió como “presidente electo”- afirmó: “Yo soy un venezolano”.

Y no solo él. En su opinión, todos los presentes -desde el expresidente Mariano Rajoy a representantes del mundo empresarial o el ministro de Economía, Carlos Cuerpo- son también venezolanos. “Cualquier pueblo que lucha por tener la libertad que nosotros [los españoles] disfrutamos merece que lo consideremos uno de los nuestros”, razonó, justo después de cargar, sin citarlo, contra Sánchez por lo que considera una “erosión sistemática de la división de poderes, la utilización personal de los mecanismos del Estado o el intento de intimidar a los medios de comunicación”. La política española, insistió, está “inmersa en una deriva que es la peor de los últimos 45 años”, en la que percibe que el “interés personal de un solo hombre”, es decir, de Pedro Sánchez, prevalece en las decisiones: “No se legisla, no hay presupuestos, no hay otro horizonte que el día a día”. El “único combustible” es la “polarización que se intenta imponer en una sociedad española no polarizada”, prosiguió.

Su discurso había pasado antes por la mención a que, 35 años después de la caída del Muro de Berlín, “más de un dirigente político manifiesta ahora que establecer muros entre ideas y partidos es su objetivo fundamental”. La respuesta para esta recuperación del concepto de muro está, según el líder del PP, en la aparición de “liderazgos que solo se alimentan de la polarización”. Una que, en su opinión, es “artificial”, como “herramienta para copar el poder”. Para Feijóo, una muestra es que, pese a que en las elecciones generales de 2023 “el 94% de los españoles votaron a partidos no independentistas”, estas formaciones “deciden realmente buena parte de la política española”.

Feijóo expuso su visión de los porqués de la polarización política en España, pero también su propuesta de solución, que es fundamentalmente la política en materia de vivienda, en un momento en el que las dificultades de acceso, tanto a través de la compra como del alquiler, concentran la atención. La cuestión no se contó entre sus prioridades, sin embargo, en sus 13 años al frente de la Xunta de Galicia.

La interpretación sobre los peligros que acechan a la democracia que hace el líder del PP es que los españoles de su generación -“Soy lo que ahora se llama un boomer, y hay inconvenientes sobre los que no entro en detalle”, confesó- abrazaron la democracia como “punto final a la dictadura y una historia de convulsiones” y con un “componente afectivo”. Los jóvenes, sin embargo, están “más expuestos al desarraigo democrático” por falta de referentes históricos y escasos “motivos de entusiasmo” en el presente.

Como respuesta a la “incapacidad para ofrecer ilusión”, los jóvenes transitan hacia “formas de polarización obsesivas” en redes sociales y responden a los “cantos de sirena de voces antisistema”, analizó Feijóo. Su respuesta fue insistir en el plan de vivienda que va a presentar su partido, que resumió en promover un nuevo auge de la construcción, dar ayudas para comprar pisos y para los propietarios que los quieran poner en alquiler y perseguir la ocupación ilegal. Se detuvo sobre este último punto: “La criminalización de la propiedad privada es un grave error: hay que perseguir al que delinque, no al que cumple”.

El problema se reduce a una cuestión simple, según Feijóo: “No hay acceso a la vivienda si no hay vivienda”. Esto, recalcó, es una “emergencia” que deben abordar conjuntamente las administraciones públicas en una mesa con “expertos, bancos, entidades financieras y todos los afectados por el sector”. Si el problema no se ha resuelto hasta ahora, opinó, ha sido por “egoísmo electoral”.