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A las 12.40 del lunes 29 de abril, España y Portugal se quedaron a oscuras y en el El ala oeste de La Moncloa aseguran que nadie perdió los nervios durante las horas críticas. El Gobierno de Pedro Sánchez está acostumbrado a lidiar con crisis inesperadas. Después de enfrentar una pandemia, un volcán en erupción, las consecuencias de una DANA, la guerra en Ucrania o la tormenta Filomena, los protocolos de gestión de crisis están bien ensayados. Sin embargo, la percepción ciudadana, la crítica de la oposición y la experiencia de los expertos siguen siendo temas de debate.

Lo que sigue es una reconstrucción de cómo se vivió en el Gobierno el apagón que dejó al país sin luz ni telecomunicaciones durante horas, según los testimonios recopilados por elDiario.es entre ministros, jefes de gabinete y secretarios de Estado. No están todos, pero sí una gran parte de quienes manejan la crisis que tomó por sorpresa a todos. Ni el Gobierno, ni las operadoras, ni Red Eléctrica, ni los millones de ciudadanos que vivieron atónitos un viaje al pasado analógico que quedará en la memoria colectiva durante años.

“Aquí hay una emergencia nacional”

En el momento en que ocurrió el apagón, el presidente del Gobierno se encontraba reunido con su homólogo de Chipre, Nikos Christodoulides. Diez minutos después, le entregan una nota para informarle de que su jefe de gabinete, Diego Rubio, necesita verlo con urgencia. «Supongo que no me sacas de la reunión para darme buenas noticias», le dijo al abrir la puerta y encontrarse con su mano derecha. «Aquí hay una emergencia nacional, una caída total del suministro eléctrico», le soltó Rubio sin rodeos.

Desde Red Eléctrica ya habían alertado a Presidencia sobre el apagón masivo. Aunque desconocían la causa, aseguraban estar trabajando en la recuperación del servicio. Los datos indicaban que, hasta el momento del apagón, la demanda programada era de casi 25.000 megavatios (MW), pero la real fue de poco más de 10.000. Es decir, 15.000 megavatios desaparecieron sin dejar rastro. A partir de ese momento, todos los dispositivos conectados a la luz en el país dejaron de funcionar, excepto en Baleares y Canarias.

Una hora antes de esto, tras la reunión habitual de los lunes con su equipo más cercano, el presidente recibió otra mala noticia: su hermano, David Sánchez, enfrentaba un proceso judicial por una supuesta adjudicación irregular en la Diputación de Badajoz en 2017. Abril es el mes más cruel, escribió el poeta, y Pedro Sánchez estaba de acuerdo.

Los lunes son días de estrategia para el Gobierno. La mayoría de los ministros estaban en sus oficinas cuando ocurrió el apagón, lo que facilitó la comunicación entre ellos a través de la “Malla B”, un sistema de telefonía encriptado que conecta La Moncloa con los ministerios.

Pasadas las 13 horas, Sánchez se dirigió a las instalaciones de Red Eléctrica ante la falta de respuestas. La tensión era evidente en la primera conversación entre Sánchez y la presidenta de Red Eléctrica, Beatriz Corredor. «¿Cuál fue la causa?», preguntó Sánchez. «No lo sabemos», respondió Corredor. «¿Cuánto tiempo tomará restablecer el suministro?», cuestionó Sánchez. «Estamos haciendo comprobaciones, pero no sabemos la razón. Aproximadamente, entre seis y diez horas», contestó Corredor.

El presidente, insatisfecho con las respuestas, decidió permanecer en las instalaciones de Red Eléctrica hasta altas horas de la madrugada para obtener más información. La situación era grave, con miles de personas atrapadas en trenes y la incertidumbre reinando en el Ejecutivo. La batalla por las indemnizaciones y las investigaciones en curso complicaban aún más el panorama.

En medio de la crisis, el Gobierno sigue sin descartar ninguna hipótesis y se prepara para enfrentar las repercusiones a largo plazo del apagón. A pesar de la rápida recuperación del suministro, las causas del incidente siguen sin esclarecerse por completo. La incertidumbre persiste, pero el sistema, a pesar de fallar, logró restablecerse en tiempo récord.