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Cuando se anunció Warhammer 40.000: Speed Freeks, muchos medios lo apodamos cariñosamente «el Mario Kart de 40K» y me da la sensación de que el tema se quedó un poco ahí, en que había un juego con un gimmick divertido en camino. Ahora que vengo de probar la versión comercial, eso sí, puedo darte detalles más específicos al respecto: es ni más ni menos que lo que todos imaginábamos que sería, pero oye, cómo engancha el jodío.

Hasta donde yo sé, Speed Freeks es el primer juego de Warhammer 40.000 protagonizado única y específicamente por orcos (perdón, orkoz) de modo que también hereda toda su personalidad de los pielesverdes y el espíritu guerrero del ¡WAAAAGH! —que por si no lo sabías, es como se llaman sus cruzadas— con todo el humor y la violencia que ello implica. Así que esto no va solo de correr y disparar, sino más bien de sentir que la estás liando parda a lo grande.

### Brutalidad y diversión sin compromisos

¿Un misil teledirigido? Bueno, aquí lo que haces es más bien meter un Snotling en un cañón junto con el cohete, dispararlos a los dos y hacer que el bichejo verde más o menos dirija el proyectil hacia su objetivo. De manera similar, la idea de curar a tus aliados solo se lleva a cabo lanzándoles Squigs vivos (comestibles) a través de un lanzagranadas. Si George Miller viera esto, le saltaría una lagrimilla.

En cierto punto, por ejemplo, me dio por probar el modo de destrucción de convoyes (Stompas) en el que cada equipo escolta un mecha gigante hasta una línea de meta, ralentizando al contrario con explosivos. La idea es recoger bombas del suelo y explotárselas al vehículo del enemigo, pero las primeras veces que recogía el objeto del suelo no atinaba a lanzarlo: solo lo dejaba en el suelo.

Hasta que leí junto al marcador un mensaje animándome a literalmente estamparme contra el Stompa de marras, lo cual habría descartado en cualquier otro momento porque este va muy bien armado y tiene fuego automático; pero esto es Speed Freeks. No era un error: la bomba se detona lanzándote a lo loco a por el convoy con ella en las manos y haciéndola explotar con el impacto de ambos vehículos. Por supuesto, no mueres en el proceso porque el tema de las heridas fatales es un poco relativa para loz chikoz.

El juego entero está montado con esta filosofía en mente: la interfaz, los modos de juego o las habilidades de los vehículos son un despiporre constante. Dudo mucho que Speed Freeks llegue a criar una vertiente competitiva fuerte al margen de que su fase de acceso anticipado tenga éxito o no, porque esto es ante todo una expresión de caos y descontrol en la que ver chatarra y carne verde volando por los aires pesa mucho más que el resultado del marcador.

Lo que más me gusta de Speed Freeks es sin duda lo bien que ha hilado esa combinación de carreras con disparos, porque todo se siente intuitivo y familiar pero también muy fresco. Cualquiera que haya conducido un coche en un videojuego estará sobradamente preparado para entrar en acción sin necesidad de pasar por un tutorial; pero nadie te habrá entrenado para el desenfreno contagioso que se desata tan pronto como suena el pistoletazo de salida y los equipos rivales comienzan a acelerar en paralelo sin ninguna clase de orden mientras intercambian metralla y cócteles molotov.

### Diversidad de vehículos y estrategias

Las carreras siempre son incentivos, ojo, nunca requisitos; el juego recompensa al primer equipo en llegar al siguiente objetivo del mapa con puntos adicionales, pero no con la victoria decisiva. Y a veces encuentras que es más útil para el equipo mirar hacia atrás e interceptar a los rivales antes de que toquen el área de captura, pues incluso existen algunos vehículos especializados para estas tareas. El «Grot Mega Tank», que es mi favorito, funciona mejor disparando hacia atrás o hacia los lados que de frente; y el «Rukkatrukk Squigbuggy» es más bien de apoyo.

Otros, como el «Kustom Boosta Blasta» o el «Boomdakka Snazzwagon» (¿se nota que me lo estoy pasando bien?) combinan armas especiales con habilidades de salto o teletransportación que aunque no lo creas, encajan bastante bien con el resto de la acción, mucho más terrenal. Está por ver cómo avanzará la cosa en los próximos meses, pero la primera toma de contacto difícilmente podría haber sido mejor: los orkoz solo necesitan dos o tres modos de juego igual de buenos que los que tiene y un mini empujoncito de variedad para convertirse en un icono.

Warhammer 40.000: Speed Freeks acaba de lanzarse en formato de acceso anticipado a través de Steam, y es free-to-play. Es de esperar que en el futuro añada nuevos vehículos personalizables, mapas y modos de juego; junto con cualquier otro tipo de funcionalidad o mejora que la comunidad encuentre importante. La versión final llegará «en unos meses» de acuerdo con su ficha en la plataforma de Valve.