Hace unos días, el líder ultra de Chega, André Ventura, provocó revuelo en Elvas, un municipio fronterizo con Badajoz en el Alto Alentejo, durante un mitin de campaña. ¿Por qué? Bueno, resulta que acusó a la comunidad gitana de crear un ambiente de «terror» en las escuelas locales. Pero, ¡sorpresa! La acusación era completamente falsa. El alcalde, José António Rondão Almeida, de 82 años, rápidamente investigó y descubrió que todo era un invento. A pesar de esto, la mentira quedó flotando en el aire, causando estragos.
En Elvas, una ciudad fortificada con un rico patrimonio, pero esencialmente rural, el alcalde Rondão ha estado al mando desde 1994, excepto por un breve paréntesis. A pesar de no ser una región económicamente próspera, la administración local funciona a la perfección. Sin embargo, la presencia significativa de la comunidad gitana en Elvas ha sido objeto de ataques de Chega, generando divisiones y odio infundado. A pesar de ello, personas como Almerindo Prudencio, que se esfuerzan por promover la convivencia pacífica entre las comunidades, siguen luchando contra la intolerancia y el discurso de odio.
En medio de esta controversia, se encuentran personas como Paula Mota, propietaria de una pastelería, que aboga por la convivencia y rechaza la extrema derecha. Por otro lado, individuos como Céu Canhoto, una dependienta de ultramarinos, caen en los estereotipos y prejuicios contra la comunidad gitana, alimentando el ciclo de discriminación. Mientras tanto, en el barrio das Pías, la comunidad gitana se ha enfrentado a la marginación y el abandono, a pesar de sus esfuerzos por integrarse y participar activamente en la sociedad. En medio de todo esto, voces como la de Alexandre Prudencio, un gitano analfabeto que trabaja duro para mantener a su familia, reflejan la lucha diaria de aquellos que buscan una vida digna en medio de la adversidad. ¡Vaya lío se ha armado en Elvas!