Explorando el cosmos en La nova de septiembre 1×12
Esta semana, en Los mundos del Cosmos 1×12, seguimos hablando de la colonización del espacio. Nos centramos en el Sistema Solar exterior y en diferentes conceptos que permitirían colonizar otros lugares de la Vía Láctea. En YouTube, además, hablamos del posible retraso de la nova de T Coronae Borealis.
En un futuro más o menos lejano, la humanidad necesitará expandirse más allá de la Tierra y mirar mucho más allá de la Luna y Marte. A lo largo de las últimas décadas, se ha jugado con la posibilidad de que el ser humano pueda llegar a establecer asentamientos en lugares muy lejanos. Dos posibilidades muy obvias son los satélites de Júpiter y Saturno. Sin embargo, el entorno de Júpiter es mucho más hostil de lo que pudiésemos pensar (por la gran radiación del planeta en su entorno cercano), el de Saturno es mucho más amable.
El problema es que, en este sentido, nos encontramos con tiempos de viaje muy largos. Tanto que, sin tener un método de propulsión mucho más rápido, no podemos pensar de manera realista en que el ser humano pueda colonizar lugares tan lejanos. Simplemente porque el viaje es demasiado largo. Así que, por ahora, no nos queda más remedio que suponer que, tarde o temprano, llegarán esos sistemas de propulsión que permitan cubrir grandes distancias en un tiempo mucho más reducido. Algo que afecta también al entorno de Urano y Neptuno.
Colonización de planetas enanos y lugares fuera del Sistema Solar
Y, por supuesto, es todavía más importante si pensamos en la colonización de planetas enanos (como Plutón) o de lugares fuera del Sistema Solar. De no ser así, si nunca llegasen esos sistemas de propulsión más rápidos, entonces debemos considerar la posibilidad de ideas como la nave generacional. Es decir, un método de viaje que, siendo muy inferior al de la luz, permita alcanzar otros destinos a pesar de viajar durante cientos o miles de años.
Concepto artístico de una base en la superficie de Calisto.
Crédito: NASA
Es una postura que, ni mucho menos, resulta descabellada. Puede que la nova llegue en 2026, o incluso mucho más tarde. Pero no es menos cierto, por otro lado, que la previsión original está fundamentada en el comportamiento del sistema, previo a la nova que se produjo en 1946. Por lo que, como mínimo, la base es sólida para creer que se está observando el episodio previo a la nova que debería suceder ahora.
Posible retraso de la nova de T Coronae Borealis
Además, en YouTube, nos hacemos eco de la nova de T Coronae Borealis, que se espera que se produzca en septiembre. Sin embargo, algunos investigadores dudan de si la predicción es realmente correcta. A fin de cuentas, hay que tener presente que esta nova solo se ha observado en dos ocasiones. La primera fue en 1866 y la segunda en 1946. Es decir, solo conocemos el intervalo entre dos repeticiones de esa nova. El período entre ambas es de 80 años, y eso nos haría pensar en que debería tener lugar en 2026, en lugar de 2024.
Concepto artístico de una enana blanca recibiendo material de su estrella compañera.
Crédito: NASA/CXC/M. Weiss
Sin embargo, los investigadores explicaban que el sistema mostró el mismo comportamiento, previo a la nova, visto en 1945, en primavera de 2023. De ahí surge la previsión de que pudiera tener lugar en septiembre de este año. Por ahora, la nova no ha sucedido, y eso ha permitido que un investigador se pregunte si realmente la predicción es tan sólida como se podría pensar. Puede que, simplemente, en esta ocasión el período entre repeticiones haya sido 80 años. El siguiente podría ser 100, o 120. Es decir, nos falta información.