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El asalto de Musk y Trump al sistema democrático: incertidumbre y despidos

La tensión entre los trabajadores federales se desencadenó a raíz de un correo electrónico que generó miedo y ansiedad entre el equipo de USAID. Emily, una empleada que prefirió mantener el anonimato, relató que el mensaje solicitaba señalar a colegas que aplicaran políticas de inclusión o igualdad. Esta situación culminó en su suspensión temporal, sumiendo en la incertidumbre a miles de trabajadores que desconocen si conservarán sus empleos.

El presidente Donald Trump fue el artífice de estas medidas, que no sorprendieron a Emily, quien consideró que era algo previsible. Sin embargo, lo inesperado fue la intervención de Elon Musk, quien sin ocupar ningún cargo en el gobierno, incursionó en la agencia donde trabajaba. Esto marcó el inicio de una serie de asaltos a diversas agencias federales, como el Departamento del Tesoro, Educación, así como aquellas encargadas de supervisar programas sanitarios.

El denominado grupo de colaboradores de Musk, apodados «muskovitas», lograron acceder a sistemas sensibles, como el de pagos del Tesoro, pero enfrentaron resistencia en el Departamento de Trabajo. Mientras tanto, la página web de USAID permanece cerrada, y los trabajadores se encuentran en vilo ante la incertidumbre de su situación laboral y la falta de comunicación con la administración.

Sin botón del pánico

Una fuente anónima de USAID reveló que la suspensión dejó desprotegidos a trabajadores en zonas de conflicto, sin acceso a herramientas vitales para su seguridad. La incertidumbre ha llevado a que los empleados destinados en el extranjero deban regresar a casa si no son considerados esenciales, sin saber si seguirán bajo la protección de Estados Unidos. Aunque la mayoría de la plantilla enfrentaba la licencia administrativa, un juez federal temporalmente bloqueó la suspensión de 2,000 trabajadores.

El temor se ha apoderado de los trabajadores de USAID, quienes, por temor a represalias, prefieren mantener el anonimato. La incertidumbre ha permeado en la agencia, donde se evita el uso de ciertas plataformas de comunicación por un «miedo tecnológico» derivado de las alianzas entre Trump y magnates de la tecnología. La versión oficial argumenta que el cierre de la agencia busca recortar gastos, a pesar de representar una mínima parte del presupuesto federal destinado a la ayuda exterior.

El inicio del caos

El caos en USAID se desató con un correo de la administración Trump que solicitaba denunciar a colegas que aplicaran políticas de inclusión. Este episodio fue seguido por la congelación de la ayuda exterior, afectando a empleados contratistas como Emily, quienes perdieron acceso a información vital. La suspensión temporal se extendió no solo a los contratistas, sino también a los funcionarios de la agencia, quienes se encontraron repentinamente desconectados del sistema sin notificación previa.

El descontento entre los trabajadores se agudizó cuando Trump dio un ultimátum para que renunciaran voluntariamente a sus puestos o enfrentaran el despido. La incertidumbre y la pérdida de comunicación con la administración ha sumido a los empleados en un limbo laboral. Mientras tanto, la administración Trump ha lanzado una campaña de desprestigio y desinformación contra USAID, mientras Musk acusa a la agencia de ser una «organización criminal».

En medio de esta crisis, los trabajadores de USAID enfrentan un panorama incierto, con el temor constante a represalias y la pérdida de sus empleos en el horizonte. La lucha entre Musk, Trump y los tribunales está lejos de resolverse, dejando en vilo el futuro de la agencia y sus empleados.